jueves, 8 de abril de 2010

Cuando se descojonó el imperio.....

  Son las diez y media de la noche del domingo. Como todos los domingos dedico los últimos coletazos del fin de semana a repasar mentalmente los asuntos que tengo que acometer la semana entrante, a reflexionar sobre la levedad del ser, la teoría de la conspiración y sí estamos solos o no en la galaxia.

  Confortablemente sentado en mi orejero favorito paladeo un kalimotxo de Viña Alberdi del 2000 con coca-cola light, las cosechas del 2001 (calificadas de excelentes) las dejo para la coca-cola Zero. Mí perro Gus, un shih-tzu blanco y negro, duerme placidamente a mi derecha sobre el sofá, su respiración profunda y cadenciosa inunda el salón de paz.

  La televisión encendida parlotea incansablemente, retransmiten un programa de imitadores de famosos y políticos, un doble de Mariano Rajoy hace un chiste fácil: “…parece el gobierno de zapatero mires donde mires hay un paquete….”. Cambio de canal, Zapatero está poniendo a parir a Rajoy en relación sobre su actuación con respecto a los casos de corrupción Matas y Gürtel. Vuelvo a cambiar, unos tertulianos, que al parecer saben de todo, desgranan porcentajes de parados, caídas del PIB y de las empresas que desaparecen al día, por lo visto no hay solución para la crisis ya que estamos en manos de un gobierno de ineptos y somos la oveja negra de Europa. Otra cadena comenta el procesamiento del súper juez Garzón, más políticos corruptos. Busco algún canal en el que den alguna noticia positiva: Otras dos víctimas de la violencia doméstica, una niña asesinada por otra niña, unos padres juzgados por prostituir a sus hijas, curas pederastas, unas monjitas que regentan un comedor social comentan como ya no son capaces de atender las largas colas que día tras día recurren a su caridad……

  Hastiado apago el televisor, mientras doy un largo trago de kalimotxo me viene a la memoria un profesor de historia que tuve en segundo o tercero de BUP. No recuerdo su nombre, pero que curioso, sí su cara. Era fraile marianista y navarro. Llegó nuevo aquel curso, al parecer había estado destinado en el colegio de la orden en Chile y según un bulo que se extendió por las aulas había sido expulsado por el gobierno de Pinochet por ser … ¡demasiado de derechas! A pesar de haber estado destinado durante años en América del sur mantenía un fuerte y cerrado acento navarro. Sus clases de historia eran amenas y para reforzar el mensaje gustaba de escribir frases en la pizarra, con letras mayúsculas, remarcándolas con cuadros de tiza de color. Escribía con tal fuerza que las tizas chirriaban contra el oscuro tablero.

  Todo el cúmulo de malas noticias que había vomitado el televisor era lo que había despertado el recuerdo de las dos frases que mejor recuerdo del fraile:



“Caballeretes ténganlo siempre presente, la historia es cíclica, siempre se repite…”



“Cuando se descojonó (textual) el imperio…” hacia referencia a la caída del imperio Romano.



  Doy el último trago cerrando los ojos, las frases hacía tanto tiempo olvidadas entre las telarañas de la memoria me llevan a la siguiente conclusión.



¿Estaremos viviendo otra vez el descojonamiento de nuestra forma de vida? Tras los felices 2000 ¿llegará otra vez un tiempo oscuro como en la Edad Media?

1 comentario:

El Pecador dijo...

Mi muy querido Capitán Arderius, tiempo hacía que no sabía nada de usted, y ahora le veo amarrado a dique seco y a kalimotxo tanteando a tientas la parte del mundo que se nos ofrece desde la otra parte del espejo, que es la televisión.

Nietzsche ya nos habló de la decadencia de Europa, de la caída de los valores que habían mantenido unidas a anteriores generaciones, y nos habló también del eterno retorno –retomando el antiguo tema de los pre-socráticos y siguiendo a Heine- de lo cíclico en el devenir. Hace años, en el 90 aniversario de la muerte del filósofo del martillo (no fui capaz de esperar al centenario), y en honor a su pensamiento, traté de evocar el eterno retorno dando 2.600 vueltas a la Cibeles, de Madrid, en un Seat 127 naranja que entonces tenía, y así, de esta manera, demostrar que ese Eterno Retorno nos indica que todo lo ocurrido volverá a suceder tal y como ya ocurrió, con lo bueno y con lo malo, y que, justo por eso, el hombre inacabado (nuestra especie) puede ir mejorando y creciendo a través de sus pensamientos y de sus hechos. Así lo comenté a la pareja de policías que me detuvieron. Y más tarde, en el cuartelillo, cuando me dieron por cena un humilde sándwich de pavofrío, sentencié: “Esto ya ha ocurrido antes y, sin duda, volverá a suceder”. Uno de los policías de guardia, a modo de filósofo de baratillo y guasón, apostilló la teoría dándome un guantazo en el rostro y diciendo, “Y tanto que volverá a suceder”, y entonces repitió su ademán, cuatro, cinco, seis veces, entreverando la frase sobre la reiteración de los acontecimientos que emulaba, de una manera o de otra, al filósofo nihilista. Así fue mi celebración del 90 aniversario de la muerte de Nietzsche, en un cuartelillo y con la cara descompuesta y colorada por los sopapos de aquel funcionario.

Desde entonces trato de ser más precavido con mis pensamientos y con mis celebraciones. Aún así, algo estoy preparando para boicotear los actos reales que están llevando a nuestro país, a la vieja Europa y a nuestra civilización a la bancarrota de la moral y a la más oscura perfidia: el botellón. Porque de si algo estoy seguro, mi muy querido Capitán Arderius, es que desde que la juventud se droga y practica el botellón, se están perdiendo los divinos valores de nuestra raza que debemos salvaguardar.

Tenga por seguro que El Pecador penitente y visceral atacará las calles y los parques y domará a los jovenzuelos a golpe de cachete en escarmiento público, mientras tanto, guardaré un lugar privilegiado en mis oraciones para usted, porque esto, y no le quepa la más mínima duda, volverá a suceder.

El Pecador.