sábado, 10 de octubre de 2009

La palabra maldita.

Hace unas semanas tuve una reunión con uno de mis equipos comerciales.
Vendedores con años de experiencia, curtidos en mil batallas, buenos profesionales de capacidad demostrada, algunos mayores que yo.
Tras exponerles la situación actual del mercado y ver la previsión de lo que se avecina (todo ello aliñado profusamente de datos; matriculaciones por provincias, municipios, segmentos, comparativos entre zonas, comparativos con la competencia, etc.) acabe mi discurso indicándoles lo que les pedía, lo que la compañía necesitaba para estos últimos meses del año. Respire hondo, les miré uno a uno a los ojos y armándome de valor lo solté. Cayó como una bomba. Fue una sola palabra, el silencio más absoluto se hizo en el despacho. Sus caras eran una mezcla de sorpresa y horror. La piel de sus rostros se apergaminó de golpe adquiriendo un aspecto ceniciento. En el brillo de los ojos de uno me pareció ver una furtiva lágrima. En la cara de otro, desencajada por la incredulidad, temblaba ligeramente el mentón. El tercero boqueaba, jadeaba como si le hubiera lanzado un puñetazo al plexo solar. Trague saliva e intenté mantener el tipo, comencé a recoger mis papeles, me daba pena mirarles, ¿habría sido demasiado directo?, ¿tendría que haber sido más sutil? Estaban sentados con las cabezas caídas, parecían hipnotizados contemplando las punteras de sus zapatos mientras se retorcían las manos. Intenté animarlos. No pude. Mí boca no podía articular palabra alguna. Una densa atmósfera que te oprimía el pecho comenzó a inundar la sala. Necesitaba huir de allí, salir corriendo, notaba como una mano invisible me oprimía el pecho, era tal la angustia que sentía que hasta notaba dolor. Oía el chirriar de los engranajes de sus cerebros girando a toda velocidad, era capaz de sentir lo que estaban pensando:
"¿Cómo me puede estar ocurriendo esto a mí?, me lo ha dicho como sí fuera un vendedor novato.....¡a mí!, con mis años de experiencia......"
Con la mano ya en el pomo de la puerta les iba a pedir un último esfuerzo, una última orden, pero ninguno levantó la cabeza, seguían ensimismados en sus zapatos.
Mejor dejarlo para otro día, no creo que pudieran soportar otro golpe así.
Mientras bajaba las escaleras, el eco de la palabra maldita permanecía en la sala de arriba y yo me preguntaba como se lo diría al equipo con el que me iba a reunir al día siguiente.........cómo les pediría............ ¡Visitar!

“Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias y las crea si no las encuentra.”
George Bernard Shaw.

No hay comentarios: