sábado, 31 de octubre de 2009

Recordando a Bukowski

No logro recordar cuando comenzó solo que se extendió como un reguero de pólvora de norte a sur y de este a oeste.
Hace frío, la noche es oscura, una ligera neblina que viene de la bahía lo cubre todo, llueve. De la plaza llegan quejidos y sollozos, de vez en cuando lanza un grito desgarrador llamando a su madre ¿Cuándo se callará? Sí tuviera una granada a mano…
Junto a la barra del bar, entre los cascotes, un camarada esta fumando, hace pantalla con la mano, la brasa ilumina su demacrado rostro de una forma sobrenatural. Me llega el aroma del cigarrillo rubio, lo que daría por una taza de café caliente. Mañana al fin terminará todo, los enlaces que hoy llegaron de la meseta nos informan que el resto del país poco a poco vuelve a la normalidad y que probablemente en unos días se restablezcan las líneas de teléfono, los comités controlan la península. Cambio de posición, se me estaba clavando la 9 milímetros en la cadera, dirijo el visor de infrarrojos al ayuntamiento, distingo algunas sombras tras los destrozados ventanales de lo que fue el salón de plenos. La plaza está llena de cadáveres en posturas grotescas, llevan días sirviendo de alimento a las gaviotas, las cuencas vacías de sus ojos les confiere un aspecto de muñecos rotos. Pertenecían al último batallón de mercenarios conocido como Los Implacables, compuesto por asesores, cargos de confianza, familiares y afiliados de los partidos políticos que habían formado el consistorio. Los Políticos rara vez habían entrado en combate, nunca les gustó mancharse las manos, preferían exprimirnos, machacarnos a golpe de ley y  decreto. Al principio habían intentado aplastar los brotes de insurrección utilizando a las fuerzas armadas. Pero enseguida llegaron las deserciones en masa de militares, policías y guardias civiles, llevaban meses sin cobrar sus sueldos y al fin y al cabo ellos también eran hijos del pueblo. Entonces surgieron los escuadrones de la muerte, mercenarios como Los Implacables que se mostraron brutales con nosotros, Los Ciudadanos. Les daba igual que se tratara de ancianos, mujeres o niños. Aparecían siempre por la noche, como las cucarachas, con sus uniformes de paño gris y correajes de brillante cuero negro. Todos eran iguales, mirada altiva, pagados de si mismos se sabían protegidos por sus amos, eran perros fieles que medraban y engordaban bajo el manto protector de sus benefactores Los Políticos. Lo único que diferenciaba a unos de otros era el brazalete de su brazo derecho; PSOE, PRC, PP, IU, PNV, CIU…….. Y nos exigían, sin contemplaciones, el pago de impuestos y tasas abusivos que ya no podíamos pagar, hacía tiempo que no había trabajo, las empresas desaparecieron a los pocos años de la gran crisis. Si no quedaba dinero, se llevaban lo que hubiera de valor y si no les parecía suficiente se quedaban con nuestras casas. Nos golpeaban, a gritos nos llamaban insolidarios, malos contribuyentes y pegaban, pateaban……
Algo se mueve junto a la fuente, en una fracción de segundo lo tengo en el centro de la mira, los números verdes del visor marcan 115 metros. El sistema potenciador de luz hace que todo aparezca de un tono verdoso, aguanto la respiración y acaricio suavemente el gatillo. El silenciador amortigua el estampido y un leve resplandor sale de su punta, veo como revienta el cráneo y salen despedidos fragmentos de masa encefálica. Era el Implacable que llevaba toda la noche berreando. Una breve sonrisa ilumina mí cara, mañana a estas horas no quedará un solo Político sobre la faz de la tierra. Palpo el bolsillo de mi guerrera, noto la papeleta doblada, mañana votaremos a los miembros del comité local……..


La diferencia entre una democracia y un dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las ordenes.
Charles Bukowski.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Jose,
ya estoy echando un vistazo por aquí... la verdad es que tiene una pinta excelente.
Martín Pecador