sábado, 14 de noviembre de 2009

Hombres de mar

Un viejo proverbio marinero dice: “Bajo los 40 grados sur no hay ley, bajo los 50 grados sur no hay Dios” y esta vez el Viejo nos había llevado muy, muy al sur, más allá de los 54 grados.
El Arga gime como un animal herido mientras el bauprés se clava en el seno de la siguiente ola, noto como cruje el casco a cada nuevo embate. La mar quiere engullir el barco y barre la cubierta de proa a popa arrastrando todo lo que no está bien trincado, va a llegar al puente, me agarro como puedo a la bitácora e inclino el cuerpo, el agua helada me llega hasta el pecho. Por el rabillo del ojo veo al Viejo, su aspecto es imponente, la larga melena blanca al viento, las piernas firmemente clavadas a la cubierta mientras maneja la enorme rueda del timón, su mirada refleja el estado de concentración extrema en el que se encuentra. El viento aúlla entre la arboladura, los mástiles se doblan tensando la jarcia firme de tal manera que parecen cuerdas de violín a punto de saltar. En mitad del combés se encuentra el contramaestre, su chaquetón de mar de gruesa lona embreada está rasgado y flamea con furia. A penas soy capaz de oír las órdenes que transmite con su silbato de maniobra a los hombres que se encuentran aferrando las velas en lo más alto del palo mayor. No logro comprender como consiguen sostenerse con este tremendo balanceo. Pese al insoportable frío algunos están descalzos, supongo que con la esperanza de poder notar mejor el fino cabo del marchapiés. Un paso mal dado, un resbalón y una caída de 15 metros. En el mejor de los casos un golpe seco y brutal contra la dura cubierta de teka, en el peor, caer a las gélidas y oscuras aguas de este mar cruel contemplando como el barco se aleja entre una cordillera de olas y espuma.
Esta debería ser mí última campaña en el Arga como primer oficial. Si logramos regresar a nuestro añorado puerto del norte de España, tras un breve descanso, tomaré posesión de mí nuevo destino en uno de los flamantes pesqueros a vapor que están adquiriendo los armadores, corre el año 1906.
Un grupo formado por maestros saladores y rederos acciona incansablemente las bombas situadas bajo el puente. Me conmueve la resistencia y la capacidad de sufrimiento de estos marineros-pescadores. Partimos hace ya 5 meses, hacía el día de San Sebastián a mediados de Enero y si Nuestra Señora, la Virgen del Carmen, tiene a bien, regresaremos a finales de Julio. Esta vez al Viejo le costó más de lo habitual llenar las bodegas del Arga con las 1.000 toneladas de pescado salado que tan grandes sacrificios nos están causando. Esta campaña ha sido extremadamente dura. El Arga es un velero de 4 palos diseñado pensando más en la cantidad de pescado que pueden almacenar sus bodegas que en la comodidad de la tripulación, la cual ha tenido que convivir en condiciones extremas en espacios comunes muy reducidos sin las mínimas condiciones higiénicas y sin ninguna intimidad. La tripulación está compuesta por 68 almas, la mayoría vascos y gallegos, 5 portugueses, uno de ellos el contramaestre y un par de patrones bretones. El Viejo hizo lo indecible hasta que consiguió traer al contramaestre portugués a bordo. En su cartilla de navegación figuran más de 40 campañas en la pesca del bacalao en los caladeros de Terranova y el Labrador. A fe mía que su experiencia resultó providencial para a solucionar los innumerables problemas que han surgido durante esta navegación austral. Mientras los pescadores, por parejas, lanzaban sus artes desde unas chalupas de 4 metros llamadas dorys el contramaestre y sus hombres de mar se dedicaban continuamente armados de martillos y tajaderas a lo que bautizaron como “picar hielo”. A 20º centígrados bajo cero la acumulación de hielo sobre arboladura, jarcias y estructuras de la cubierta podía poner en peligro el equilibrio de la nave. A la vez que realizaban este durísimo trabajo permanecían atentos a los cabos que de forma radial unían los dorys al velero, algunos de ellos de hasta 5.000 metros. Mal equipados y peor alimentados, los hombres trabajaron turnos de 12 horas con 6 de descanso, en un infierno blanco, durante meses, hasta conseguir llenar las bodegas.
Otro golpe de mar esta vez por la amura de estribor y el Arga se estremece como si fuera a partirse en dos. El Viejo elevando la voz sobre la tempestad se dirige a mí.
- Tranquilo oficial, este viejo velero estará descansando en casa en 20 días.

Nota:
Los bacaladeros portugueses mantuvieron esta técnica de pesca hasta 1972 en que el velero de cuatro mástiles “Creuola” con veinte marineros y 57 pescadores completó su último viaje entre Lisboa y Terranova.
(Fuente:http://www.oficiostradicionales.net/es/mar/bacalao/)



2 comentarios:

Gorka dijo...

La verdad es que haces un blog bastante interesante que seguiré atentamente. Si tratas temas relacionados con los barcos o el mar, tienes un seguidor fijo del mismo.

El diseño tb. está logrado y lo que cuenta a la hora de escribir (aunque no sé que me da que tu tienes bastante experiencia en esto) es que transmitas cosas y expreses lo que quieres hacer. Un buen amigo (escritor) me dijo que lo unico importante al escribir es que lo que escribas sea algo tuyo y no lo hagas pensando en agradar a los demas cuando lo lean, veo por los temas que tu blog va por ese camino.

PD: Si el vino que lleva tu nombre es tuyo, p. favor envia unas botellas a mi blog :)
Saludos y seguro que te va a ir muy bien el blog

PIRATA SOMALI dijo...

Si quieres puedes venir por aquí. Tenemos aguas cálidas, sol, buena mar y vacaciones pagadas a cuenta del Sr. Zapatero.
P.D. : No importa que navegues bajo bandera de coveniencia; Zapatero ni se entera.